Santander Cycle Chic

Santander Cycle Chic

sábado, 28 de enero de 2012

Al trabajo en bici


Es temprano, aún no ha amanecido y suena el despertador. Como todos los días, dedico unos breves instantes a pensar en la jornada que me aguarda. Horarios, rutinas, trayectos… Hoy, como muchos días –casi todos los que no llueve- iré en bici al trabajo.
Me preparo para abordar la fría mañana de invierno: guantes, bufanda… para ofrecer la menor cantidad de piel posible al aire cortante de la mañana. A veces, no es necesario: incluso se agradece la brisa matinal en el rostro. Aún es de noche cuando me lanzo con la bici a las calles, a esa hora con un tráfico todavía ligero. Las luces, los reflectantes y la ropa clara son los mejores aliados en estas oscuras mañanas de inverno.
A esa hora el aire está todavía limpio, como recién renovado del monóxido de carbono del día anterior. Repito la ruta de todos los días: semáforos, cruces, puedo sentir el pálpito de la ciudad. Muchas veces, aunque un coche me adelante, lo alcanzó una y otra vez en los siguientes semáforos y cruces. Una sonrisa indefinible aparece entonces en mi cara: tengo razón en coger la bici para ir a trabajar
Llego a mi lugar de trabajo, unos quince minutos después. El día comienza levemente a clarear por el este. Comienzan a destacarse los perfiles del paisaje lejano. Me siento bien: flexible, ligera, despejada, con un excelente humor en inmejorables condiciones para abordar el trabajo cotidiano.

morgana

jueves, 26 de enero de 2012

Concurso de bicicletas disfrazadas el dia 19 de febrero


El Ayuntamiento de Santander y la empresa Bicius en aras a mejorar la movilidad en la ciudad van a celebrar un concurso de bicicletas disfrazadas el domingo 19 de febrero a las 10:30 horas dentro del Carnaval de Santander.

Los participantes deberán realizar las incripciones en la dirección de correo electrónico purebicius@gmail.com, o bien en la Plaza Porticada 15 minutos antes de comenzar la actividad, la cual consistirá en la presentación de los participantes a las 10,30h en la mencionada Plaza, desde donde se iniciará un paseo de ida y vuelta hasta los Peligros.

El concurso consiste en disfrazar, adornar o engalanar todo tipo de bicicletas y podrán participar todas las personas que lo deseen.

Para optar a los premios, el disfraz de las bicicletas deberá reunir un mínimo de calidad, originalidad, elaboración y gracia/simpatía.

Lo que quiero ahora


Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.

angeles caso