Santander Cycle Chic

Santander Cycle Chic

miércoles, 20 de julio de 2011

TODOS SOMOS CYCLE CHIC


Todos somos Cycle Chic. La criatura que, apenas se pone de pie y cabalga a lomos de un corre-pasillos por su casa. El mismo niño que, poco más tarde, pedaleará sobre su triciclo o sobre su bicicleta con ruedines.
El chaval cuya bici está fijada con una barra a la bicicleta de su padre, es también cycle chic. Como también lo es el que se suelta a andar, titubeante primero, haciendo eses con su bici y luego seguro de sí mismo, una vez que ha aprendido a controlar el manillar y los frenos.
Y ese adolescente que por rebeldía o desconocimiento viola las normas de circulación, pedaleando por la acera o a contra sentido forma parte también de cycle chic. También lo es el joven que coge la bici –la suya propia o una de las bicis públicas- para ir al Instituto o a la Universidad.
Es cycle chic la gente que se atreve a coger una bici en medio del tráfago urbano de coches y malos humos para ir a su trabajo, que pasa miedo: el miedo justo para ser prudente, pero no el suficiente como para no perseverar a diario en su trayecto en bici. La gente que piensa que la bici tiene futuro, que hay que ganar el espacio en la ciudad, en las calles, sin restar el sitio a los demás ciudadanos, especialmente a los peatones.
Y cycle chic es la gente mayor que sigue pedaleando, porque, como he leído en algún lado, “no se deja de pedalear cuando se envejece: se envejece cuando se deja de pedalear”
Para todos cycle chic es una manera de ver el mundo de otra forma: de ver a los demás más cercanos, de saberse poner en el lugar del otro, de respetar a todos y cada uno de los que compartimos las calles. Es una manera de ralentizar la velocidad excesiva de esta sociedad y de adecuarla a nuestra condición de personas, de individuos que viven en sociedad.

morgana