Santander Cycle Chic

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lunes, 5 de abril de 2010

¿PODEMOS AMAR LOS OBJETOS?





Dentro del lenguaje creado por los humanos existen conceptos difíciles de acotar por lo abstractos y amplios que pueden ser. ¿Qué es la amistad?,¿qué es el compromiso?,¿qué es la justicia? Para cada uno de nosotros estos términos tienen una amplitud,una vibración y un significado distinto,más allá de que seguramente llegaríamos a acuerdos.
Probablemente el concepto "amar" pueda ser de los más escurridizos ya que en él se escoden otros muchos. Parece ser que,en pricipio,el amor es amor al prójimo. "Ama a prójimo como a ti mismo"- dijo Jesucristo. Un cocepto humano aplicable a otros humanos. El paso del tiempo y la "civilización" nos a ampliado el espectro y fuimos capaces de amar a los animales e incluso a cualquier ser vivo(animal o vegetal) aunque seguramente todos estaríamos de acuerdo en que es más fácil amar a un perro que a un saltamontes y a un saltamontes más que a una col de Bruselas(o de donde sea la col). Pero vayamos un poco más allá. ¿Podemos amar los objetos, amar las cosas inanimadas,aquello que requiere de nuestra voluntad para otorgarles una cierta "vida"?, ¿podemos amar una piedra,unas gafas o la batería del coche?
Me temo que a los objetos podemos amarlos tan sólo en función del placer que nos causan. Conozco gente que ama la cocina y consecuentemente es capaz de amar la cazuela de barro que le proporcionará el placer de comer. También conozco gente que aman los pinceles con los que podrán pintar el cuadro que tienen en mente. Hay gente que ama los puzzles porque le abstraen de la realidad. Hay gente,yo mismo, que ama aquello intangible como la música por el puro placer sonoro. Hay gente que ama el vino y cuidan con esmero su bodega. Mucha gente ama el dinero.
Yo amo las bicicletas. Empecé a amarlas ya hace unos veinte años cuando volví de Amsterdam fascinado por la marabunta de ciclistas que recorrían su ciudad educadamente y en silencio. Más tarde conocí otras ciudades donde el ciclismo urbano es religión (Berlín o Parma). También conocí "locos" de las bicicletas que recorrieron Barcelona-Tokio pedaleando.
La bicicleta genera ciudades limpias,educadas,más silenciosas,más cultas. Creo que el nivel de evolución cultural de una ciudad es directamente proporcional al número de bicicletas que recorren sus calles.
Recorrer Valencia en bicicleta hace no tantos años se contemplaba como una extravagancia. Mil veces conductores de coches descerebrados me adelantaban rozándome mientras me gritaban: Induraiiiiiin!!!!
Parece que mi ciudad se va civilizando y,al menos,ya nadie te grita bobadas. Pero queda tanto por hacer.
Tengo tres bicicletas y siempre digo que tendría una para cada estado de ánimo. Hay bicis nerviosas,bicis apacibles, bicis para matarse y bicis de salón, bicis perezosas, bicis adolescentes, bicis deportistas, bicis imposibles, bicis peso pluma y bicis peso pesado.
De las mías cada una tiene una forma de ser. A una le llamo la madre porque fue con la que realmente nació mi amor por ellas y es una bici pausada. Otra es la viajera(en la foto) porque la pliegas y te la llevas a cualquier lado. Y la última es la flaca porque tan solo pesa 8,8 kilos y corre como el viento. Las amo por igual pero cada una me ofrece aquello que tiene y que las otras carecen.
¿Se puede amar los objetos? Por supuesto.¿Qué amas tú?

jordi pla