Santander Cycle Chic

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jueves, 3 de junio de 2010

LA VERDADERA HISTORIA DE COMO CIRCULAR EN BICI



Circular hoy en bici no es más arriesgado que hacerlo en otros medios de transporte. La circulación en calzada, lejos de lo que la gente cree, no entraña más riesgos que los que pueda correr un motorista al que a la exposición que sufre, por ser su cuerpo la carrocería, se le suma la velocidad que puede alcanzar. De hecho, y a diferencia de lo que suele ocurrir en carretera, donde muchas veces el ciclista pasa desapercibido (de ahí la razón del por que se quiere circular en paralelo o en grupo) son raros los accidentes por alcance por detrás.
En ciudad, el conductor está mucho más atento a lo que ocurre delante suyo, pues son múltiples los obstáculos que puede encontrar. Los accidentes suelen venir entre otras cosas de puertas de coches estacionados que se abren, incorporación a la vía por donde circula el ciclista de vehículos, intersecciones, adelantamientos sin guardar distancias y cierre de la trayectoria del ciclista por parte de vehículos que quieren abandonar la vía por donde circula el ciclista. Así pues, al ciclista urbano, para circular seguro sólo le basta con colocarse en el centro del carril y hacerse visible, tomar posesión de su espacio. De esta manera, obliga a ser adelantado por el carril contiguo y no por el mismo carril por donde circula, evita los accidentes por abertura de puertas y marca mejor su espacio, evitando que se le cierre el paso en los giros que hacen otros conductores para tomar otra calle. Incluso, sería interesante que se autorizara (cosa que no ha querido hacer el ayuntamiento en su ordenanza) a ir en paralelo de a dos dentro de un carril de circulación, para así reforzar todo lo dicho.

Lo de ir por la acera, no es ninguna solución individual válida ni mucho menos colectiva ¿De qué sirve un ciclista en la acera? ¿Para crear molestias e incluso accidentar a los peatones? ¿Para seguir dando carta blanca al automóvil en la ciudad? Un ciclista por la acera es la anti imagen del ciclista urbano solidario y responsable que ha sido hasta ahora.
La circulación por el carril bici resulta en principio más relajada, menos estresante pero paradójicamente más arriesgada. Debido a su estrechez es más proclive al accidente por abertura de puertas por lo que hay que circular siempre lo más separado de los coches aparcados. Es proclive al accidente con peatones que suelen invadirlo sin darse cuenta, pero sobre todo hace que el ciclista baje la guardia, pues inconscientemente se siente más protegido. El caso es que la mayoría de accidentes que conozco, entre ellos los dos últimos mortales habidos en Valencia, se han dado en las intersecciones del carril bici con la calzada y especialmente en aquellas intersecciones dónde además, hay un semáforo en ámbar que da paso a vehículos que giran a derecha para tomar otra calle. Debido a las muertes producidas en estos pasos, es prioritario transformar esos semáforos en semáforos en rojo mientras estén en verde para peatones y ciclistas y señalizar los cruces con el carril bici unos metros antes, con marcas en calzada y señales verticales.

Se hace necesario un cambio en las políticas de movilidad

Pero lo que verdaderamente hay que hacer es pacificar el tráfico, no solo por los ciclistas, sino por todos los ciudadanos, peatones, entre ellos niños y personas mayores, y conductores en general. Hasta ahora, la ciudad está al servicio del tráfico y no al revés como sería lo lógico. Se debe dar un cambio radical a las políticas de movilidad ¿Qué es más importante la fluidez del tráfico o la vida de los ciudadanos?
La velocidad media en ciudad no pasa de los 20km/h, sin embargo, se dan picos de velocidad entre semáforo y semáforo que suelen superar los 50 km/h y muchas veces rondan los 100Km/h. Sin embargo, esos picos no contribuyen apenas a acortar los tiempos de desplazamientos pero si contribuyen sensiblemente a aumentar el riesgo de accidentes. Hay pues que hacer las calles seguras, disminuir la velocidad: calles 30, ciclocalles, calles peatonales…

La imagen del ciclista, espejo de cómo nos ven quienes gobiernan
algunas medidas de la DGT en lo concerniente al ciclista acaban por dar una imagen del ciclismo pésima. Es la imagen del hombre o mujer acorazados, blindados para protegerse del peligro que suponen los vehículos a motor, a los que no se puede controlar. Hay que llevar casco, reflectantes y tal vez armadura, si no fuera por lo grotesca que podría quedar la imagen que ya, tal y como nos proponen, queda de lo más antiestética que uno puede encontrar por la vía pública. Desde luego así, la bici no se vende bien entre la ciudadanía, no sólo por que no mola ir disfrazado de robot, sino por que se da la imagen de que esto de ir en bici es peligrosísimo. Que lejos de esas imágenes de lugares dónde apenas hay muertos entre el colectivo ciclista, a pesar de que no llevan cascos ni chalecos, y es habitual, como en la mediterránea e italiana Ferrara, encontrar conviviendo a velocidad humana, en las áreas peatonales o entre el tráfico, a padres o madres llevando a sus dos hijos en la bici, abuelas, abuelos y niños, dueños de su propia autonomía, la que les dan un artilugio tan simple con dos ruedas y unos pedales.

Antonio Llópez Moreno, Portavoz del colectivo Valencia en Bici